Los Servicios Sociales Zonales —puerta de entrada para los sectores más vulnerables a la asistencia estatal— funcionan con graves fallas estructurales. Años de desorganización, falta de planificación presupuestaria y ausencia de recursos humanos especializados dejan en evidencia que el sistema de contención social en la Ciudad de Buenos Aires está al borde del colapso.
Los servicios sociales zonales en crisis
Un informe de la Auditoría de la Ciudad expone un sistema colapsado: oficinas sin personal profesional, datos inconsistentes y un Estado ausente donde más se lo necesita.

Un informe de la Auditoría de la Ciudad expone un sistema colapsado: oficinas sin personal profesional, datos inconsistentes y un Estado ausente donde más se lo necesita. Años de desorganización, falta de planificación presupuestaria y ausencia de recursos humanos especializados dejan en evidencia que el sistema de contención social en la Ciudad de Buenos Aires está al borde del colapso.
Esta nueva auditoría encendió las alarmas sobre el estado crítico del sistema de contención social en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Esta vez, el foco estuvo puesto en los Servicios Sociales Zonales (SSZ), dispositivos descentralizados que deberían garantizar el acceso directo a políticas sociales en los barrios. Lo que encontró el informe es desolador: un sistema desarticulado, con escaso control, sin planificación y con severas carencias de personal e infraestructura.
Los SSZ dependen del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, pero lejos de representar una herramienta eficaz para asistir a la población más vulnerable, presentan múltiples deficiencias operativas. Varias sedes carecen de profesionales fundamentales como trabajadores sociales o psicólogos, una falencia que afecta directamente la calidad y profundidad de las intervenciones. Además, se detectaron inconsistencias graves en la información oficial: hay una diferencia de más de 14.000 personas entre las cifras informadas y las efectivamente atendidas, según los registros cruzados.
Dos de las sedes (los SSZ N.º 10 y 11) directamente no funcionaron durante el período auditado por no contar con espacio físico. En paralelo, otros centros operan con escasos recursos, sin manuales de procedimiento aprobados ni información precisa sobre su dotación real. En algunos casos, ni siquiera hay certeza sobre cuántos trabajadores están asignados formalmente a estas áreas.
Pero las irregularidades no se detienen ahí. El informe también reveló desmanejos presupuestarios: pagos de salarios con fondos de programas distintos, más del 90% de las modificaciones presupuestarias realizadas fuera de término, y una ejecución de más de 12 millones de pesos fuera del régimen de compras y contrataciones vigente. En síntesis, un uso opaco e ineficiente de los recursos públicos.
Este hecho está lejos de ser novedad ya que en el 2013 otra auditoría había detectado muchos de estos mismos fallos. Entonces que a más de una década después, se repitan las mismas fallas, solo pone en evidencia que es un proyecto político el de los Macri, Larreta y Bullrich. No se tratan de errores aislados, sino de una inercia institucional que perpetúa el abandono.
En una ciudad con altos niveles de desigualdad y emergencia habitacional, los Servicios Sociales Zonales deberían ser una red de apoyo robusta. Sin embargo, hoy funcionan como eslabones débiles de una cadena de asistencia que se rompe en los puntos más críticos. Sin planificación, sin personal calificado y sin control, la respuesta estatal se vuelve ineficaz justo donde más se necesita.
El informe concluye exponiendo que el Gobierno de la Ciudad debe reordenar la estructura organizativa de los SSZ, garantizar que todos cuenten con profesionales idóneos, regularizar la planificación presupuestaria y transparentar el uso de fondos. Mientras tanto, miles de familias siguen esperando una respuesta efectiva del Estado porteño. Una vez más, lo urgente queda relegado y el derecho a la asistencia social sigue siendo postergado.